Lo cierto es que el ritmo de la desaparición de las abejas ha aumentado, de manera notable, en todo el mundo, lo que significa un problema grave, tanto a nivel ecológico, como económico. Las abejas desaparecen en todo el mundo, desde hace unas décadas y, en los últimos años, el ritmo ha aumentando, de manera grave. La desaparición de las abejas no sólo va a significar que nos vamos a quedar sin la deliciosa miel que crean, sino que muchos animales se van a quedar sin su principal alimento y muchas plantas se quedaran sin sus esenciales servicios, dentro de los ecosistemas, ya que no podría llevarse a cabo la polinización, a través de estos insectos. Los científicos ya han detectado más de una docena de factores que van a incidir en las desapariciones que, en muchas ocasiones, son repentinas, en las colmenas. Algunos de los mismos son los insecticidas, los hongos, parásitos, productos químicos nocivos, la contaminación del aire o el cambio climático. El descenso del número de abejas melíferas, o sea, las abejas de la miel, se conocen desde hace unos 50 años. En el año 2011, un gran estudio del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señalaba la aceleración del problema, en todo el mundo, en los últimos tiempos. En Europa, entre los países más afectados tenemos España, Bélgica, Reino Unido, Francia, Holanda, Alemania e Italia.
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