Un estudio realizado por la Universidad Queen Mary, en Londres, ha demostrado que la capacidad de cambiar los sonidos vocales ( o sea, la plasticidad vocal) para poder pronunciar los sonidos con distintos acentos, está mucho más extendido, entre los mamíferos, de lo que se pensaba. Hay que recordar que la plasticidad vocal es la capacidad de un individuo para poder modificar el sonido de su voz, según el medio social, que rodea al individuo. En los seres humanos, esta capacidad permite crear un gran abanico de sonidos; pero, hasta este momento, se pensaba que en el resto de los mamíferos el acento venía determinado por la genética, y que la flexibilidad para poder adquirirlo a través de un aprendizaje, que era limitado o era nulo. Así, un estudio realizado por Elodie Briefer y Alan McElligott demuestra que las cabras pigmeas pueden cambiar su acento, en el período de tiempo, que va desde su primera semana de vida, hasta que pasan un tiempo con sus hermanos, en el que están protegidos de los depredadores, hasta que llegan a las cinco semanas y crean sus propios grupos sociales, con otros animales, que son de su misma edad. Al unirse a un determinado grupo social, logran adaptar sus balidos, para que sean parecidos a los de su alrededor. Y, este “marcado” acento se va a intensificar a medida que las cabras van creciendo.
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