Científicos de la Universidad Yamazaki Gakuen, de la ciudad de Tokio, han decidido averiguar por que a los perros domésticos, no se les congelan las patas y pueden realizar paseos por la nieve, sin tener la sensación de frío. Hay que recordar que los perros tienen una almohabillas, en sus patas, que poseen mucha grasa -que hace que se enfríen menos, que el resto de tejidos del cuerpo-; pero, también, poseen una zona superficial, que está expuesta y hace que pierdan calor. Pues bien, miradas al microscopio electrónico de barrido, se ha demostrado que las patas de los perros adultos poseen unas arterias que ofrecen sangre a las almohadillas y se caracterizan por tener unas venas diminutas y vénulas, que van a ir intercambiando calor al animal. Cuando la sangre caliente llega a las patas, a través de las arterias, el calor se va a transferir a las vénulas, lo que hace que se mantenga una buena temperatura, por todo el cuerpo. Por esta razón, se va a evitar que el cuerpo se llegue a enfriar y las patas se van a mantener a una temperatura ideal. Un sistema de protección, muy parecido al anterior, también se ha encontrado en los pingüinos de la Antártida y en los delfines. También, se piensa que los primeros perros aparecieron en climas, que eran fríos y su anatomía fue evolucionando, para poder sobrevivir.
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