Desde
los años 80, las Comunidades Autónomas han cartografiado dichos
hábitats, para poder conseguir información sobre dicha
distribución, a las que, después, se han ido sumando “las
ecocartografías”, que se han realizado por parte del Ministerio de
Medio Ambiente; todas ellas están centradas en superficies, que
están entre los 0 y los 50 metros de profundidad (o sea, el ámbito
más costero). O sea, la franja donde se concentra la mayor parte de
la biodiversidad y donde van a coincidir las actividades humanas, que
son más importantes. Y, los investigadores se encuentran con una
serie de dificultades, para poder trabajar con dichos datos, ya que
cada administración ha usado criterios o parámetros, que son
diferentes.
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